La entidad exigió por recitales del 11-M un 10 por ciento del presupuesto aunque se ofrecieron de forma gratuita
En el tercer Congreso Internacional por las Víctimas del Terroristmo se llevó el 10% de los 12.820 euros recaudados.
El rodillo implacable de la Sociedad General de Autores y Editores aplasta a cualquiera. Cobra por todo tipo de actos –ya sean benéficos o no– donde suene música de autores registrados en su censo. Da lo mismo que el acto sea para luchar contra la enfermedad de un niño o para recaudar fondos para construir un hospital en Ghana. El caso es cobrar, que esa es la razón de ser de la principal entidad de gestión de España, aunque tenga que recurrir a los tribunales –el pan de cada día– y convertirse en el malo de la película.
Ya lo dijo hace una semana Teddy Bautista, presidente del consejo de dirección de la SGAE: «No estamos para ser simpáticos».
Y como la SGAE no quiere ser simpática ni hacer distingos, también ha pasado factura en varias ocasiones a la Fundación Víctimas del Terrorismo en los conciertos de homenaje que ha venido celebrando en los últimos años. Según fuentes de esta organización, la entidad dirigida por Teddy Bautista les cobró por derecho de comunicación pública un porcentaje en varios conciertos que ha organizado los 11 de marzo en el Auditorio Nacional, los mismos recitales en los que tanto directores como orquestas han renunciado a sus honorarios.
En los conciertos gratuitos, en los que por su naturaleza no se obtienen ingresos, como es el caso de los que organiza por la Fundación Víctimas del Terrorismo, la SGAE factura sobre los gastos que se derivan de la organización del mismo. La cantidad es siempre igual. Se cobra un 10 por ciento del coste de la organización del evento, explica un portavoz de la entidad de gestión, donde se incluyen el caché del artista, el montaje, la publicidad y cualquier otro gasto que conlleva la celebración de un acto semejante.
En los conciertos benéficos la SGAE también se queda con el 10 por ciento de la taquilla, como sucedió el 13 de febrero de 2006 en el concierto extraordinario en solidaridad con las víctimas del terrorismo organizado por el Ayuntamiento de Valencia, con la colaboración de la Fundación de la Universidad San Pablo CEU. La organización del acto que se celebró dentro del tercer Congreso Internacional sobre Víctimas del Terrorismo anunció que la recaudación se destinaría íntegra a sufragar actividades que mantengan viva la memoria de quienes sufren la lacra del terror. Y así fue, menos un 10 por ciento de lo obtenido en la taquilla, que fue a parar a las arcas de la SGAE.
Un repertorio grande
El Consistorio valenciano puso a disposición de la solidaridad las 1.798 butacas de su Palau de la Música (se usó la sala José Iturbi, la de mayor capacidad). El precio de las entradas que se pusieron a la venta osciló entre los 10 y los 20 euros. En total, se recaudaron 12.820 euros, explicaron a este periódico fuentes del Ayuntamiento de Valencia. El hecho de que la mayoría de piezas fueran de compositores españoles hizo que la Sociedad de Autores pasará su pertienente recibo por derechos de autor.
La larga lista de conciertos benéficos de los que la SGAE saca tajada afecta a actividades solidarias tan dispares como un proyecto para construir un hospital en Ghana, el pueblo saharaui, talleres de radio sin ánimo de lucro o el «Prestige.
El que será futuro hospital de Binde, en Ghana, contará con 2.249 euros menos por la intervención de la sociedad de autores. El barítono Joan Pons y su hija Joana ofrecieron un recital benéfico en Ciutadella, Menorca, para apoyar la construcción de un centro médico en el país africano. Tampoco aquí hubo ejercicio solidario por parte de la SGAE, que se apoderó, en este caso, de un 12,5% de lo recaudado en taquilla. Tampoco le fueron mejor las cosas a los refugiados saharauis exiliados en Tinduf, Argelia. En este caso de los 30.150 euros obtenidos en taquilla por la venta de entradas del festival benéfico «Entresures», la SGAE se quedó con 3.268,60 euros.
A los tribunales
El caso del taller Radio Libre del Consejo de la Juventud de Segovia es otra muestra de la voracidad recaudatoria de la sociedad de Teddy Bautista. Sin embargo, la reclamación de 1.800 euros efectuada en los tribunales a una radio taller que no tiene ningún ánimo de lucro fue paralizada por el Juzgado. Se desestimó la recaudación al entender que «no realiza ninguna actividad con fines económicos».
Los niños discapacitados que acudían durante 15 días al taller cultural de Fuentepelayo, en Segovia, a punto estuvieron de ver cómo la factura de los autores clausuraba su actividad extraescolar. La SGAE llevó al taller cultural a los tribunales exigiendo derechos de autor por los textos que se interpretaban. No tuvo en cuenta que al tratarse de niños discapacitados, los libretos originales no formaban parte íntegra del reparto (algunos de los chicos no sabían hablar), ni tampoco los enormes esfuerzos económicos realizados por entidades para llevarlo a cabo, ni que no se cobraba entrada. Eso sí, la denuncia que apareció en los medios de comunicación les hizo rectificar.
Por último, la limpieza de chapapote de las costas gallegas tras el hundimiento del Prestige no se libró tampoco de pasar por caja. El amplio movimiento cultural que se manifestó aquellos meses por la catástrofe ecológica quedó para la SGAE retratado en una factura cuando se realizó el «Chapapote Rock». El 10 por ciento de lo allí recaudado se desvió petinentemente para las lustrosas oficinas de la Sociedad General de Autores y Editores.
El recaudador también tiene corazón
La SGAE asegura que también tiene alma solidaria... y dinero para donarlo a proyectos de organización para actos solidarios en defensa de la igualdad, la libertad de expresión y la lucha contra el hambre. Según un portavoz de la entidad de gestión, la Sociedad de Autores y Editores destinó 25 millones de euros a la promoción cultural, un presupuesto que engloba algunas actuaciones de carácter solidario. Durante este mes participa en África Vive, una iniciativa que tiene como objetivo estrechar lazos entre el continente africano y España. En su descargo, también asegura que cede espacios a ONGs como Intermón y Amnistía Internacional que ayuda a la Fundación Alain de ayuda a menores con problemas de salud.
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