A medida que escuchamos más detalles del escabroso plan de “rescate” de Irlanda, más claro está que no hay por donde agarrarlo. El problema de Irlanda es el sector financiero, y en ninguna parte del plan hay una solución para este problema. La Sra. Angela Merkel tiene toda la razón cuando habla de que los acreedores deben compartir las pérdidas que se derivan de sus malas apuestas- pues bien, este es el momento de hacerlo. Es absolutamente inaceptable hacer a los contribuyentes irlandeses trabajar durante años para pagar los errores de sus bancos. Este plan no da ninguna esperanza de recuperación a un país, sino que lo endeuda más, lo machaca a impuestos nuevos, y lo hunde en la miseria de la deuda eterna e impagable. Es un plan, en definitiva, de rescate de los acreedores, no de los Irlandeses.
Como hemos dicho en este blog en varias ocasiones, Irlanda, por medio del NAMA, estaba dando un paso dramático y loable en el saneamiento de un sistema financiero que estaba en una crisis muy profunda: comprar las deudas inmobiliarias malas a un precio muy descontado, tratar de renegociar su pago con los constructores, y si no presentaban un plan de pago, llevarlos a la quiebra. Perfecto (excepto en algunos aspectos de su implementación, que Tano ha criticado).
Lo mismo tendría que haber hecho con los bancos que resultaran no ser rescatables (que fueran insolventes): si tras eliminar del balance los activos (deudas de los constructores) que no valían nada, el banco se queda descapitalizado y es insolvente, entonces el banco se cierra y los acreedores (excepto los depositantes) se quedan sin lo que imprudentemente prestaron. Es exactamente el mismo principio que Irlanda estaba aplicando a los constructores- el que la hace la paga, y no los demás. Y que Islandia ha aplicado tras una explosión inicial mucho peor, aparentemente con éxito (y en el wsj), a sus bancos (ha devuelto los depósitos, pero no los préstamos de los acreedores extranjeros).
La lección clave de las salidas de crisis bancarias que hemos aprendido de Suecia (en positivo), de Rogoff y de Japón (en negativo), es que es crucial distinguir instituciones solventes e insolventes, y que las insolventes deben morir en todos los casos posibles, ordenadamente, pero morir. Es repugnante moralmente e incorrecto económicamente hacer que los contribuyentes irlandeses respondan de todos los compromisos bancarios adquiridos criminalmente, corruptamente, o al menos imprudentemente. El problema de deuda de Irlanda se agrava con los rescates, porque cuanta más deuda privada menos solvente es el país. La única salida es dejar que las entidades insolventes (cuidado, NO EL ESTADO IRLANDÉS) se vayan a la bancarrota.
Esperamos que un diputado rebelde o irresponsable del partido del gobierno pare esta locura antes de condenar a Irlanda al horror. El mundo debe desaprender cuanto antes la supuesta lección de Lehman’s. Una bancarrota ordenada de aquellos actores que no pueden pagar sus deudas es la única respuesta justa moralmente y económicamente correcta.
Fuente: blog Nada es gratis
No hay comentarios:
Publicar un comentario